Este accidente geográfico alberga en su suelo y en sus costas una fauna autóctona y rica. Pingüinos, alojados en grandes pingüineras que se encuentran sobre sus costas, al igual que los albatros, gaviotas, elefantes marinos y lobos marinos. En la estepa, se encuentran guanacos, liebres patagónicas (maras) y zorros; aunque, la estrella de las costas patagónicas es la ballena franca, el mamífero más grande del mundo, además de toninas, delfinas y orcas.

En temporada de ballenas, que abarca de junio a diciembre, vale la pena hacer un primer tramo por la ruta provincial 4 (de ripio), primer avistaje costero de ballenas en la Playa El Doradillo, considerada área natural de reproducción. Tras haber andado 77 km. se llega al Istmo Carlos Ameghino, puerta de entrada a la reserva faunística integral Península Valdés. Unos 25 km. más adelante se llega a la aldea turística Puerto Pirámides, pequeño poblado, aunque el más importante de la península; desde donde se realizan los avistajes de ballenas francas, a bordo de embarcaciones preparadas para tal fin. Muy cerca de allí encontramos la lobería de Puerto Pirámides, apostadero de lobos marinos durante la época de reproducción y cría (entre Diciembre y Marzo).

Plena de magia entre los meses de septiembre y abril, Punta Tombo ampara anualmente a miles y miles de pingüinos magallánicos que han elegido este sitio del litoral patagónico argentino para reproducirse y prolongar la especie. Un espectáculo único imposible de encontrar en otra franja del continente, durante unos siete meses la colonia de pingüinos de Magallanes desarrolla su vida con normalidad ante la mirada de infinidad de turistas que llegan hasta Punta Tombo atraídos por la majestuosa escena natural..

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